Visita Temerant con El Nombre del Viento

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Marc Simonetti, 2019.

Estaba en preparatoria cuando pasé frente a un Gandhi que, en su vitrina, exhibía un libro titulado El Nombre del Viento. Por esas fechas, tocaba hacer un intercambio por el día del amor y de la amistad, así que entre mis opciones agregué la edición de bolsillo de esa novela (que costaba $100 menos que la versión normal, entrando en el presupuesto del intercambio). No conocía la trama y jamás había escuchado sobre el autor. Me había gustado su portada, en la que aparecía un hombre encapuchado, de pie, en un túnel de árboles. Eso era suficiente para que quisiera leerlo.

Recibí el libro y la primera vez que intenté leerlo se sintió lento y pesado, así que lo abandoné sin pasar del capítulo dos o tres. Meses más tarde, una persona me sugirió que lo continuara y, sin muchas expectativas, lo hice. Hoy, El Nombre del Viento y su secuela, El Temor de un Hombre Sabio, son mis novelas de fantasía favoritas (he leído a George R. R. Martin, Robin Hobb, J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis, Trudi Canavan, Neil Gaiman, Laura Gallego, Michael Ende, N. K. Jemisin y a Phlip Pullman, por mencionar algunos, y La Crónica del Asesino de Reyes sigue manteniéndose en el primer lugar de mi lista de preferidos). Al día de hoy, todavía me arrepiento de no haber comprado la edición de tamaño estándar de Plaza & Janés.

En las más de 2600 páginas que componen lo publicado por Patrick Rothfuss hasta ahora, conocemos la vida Kvothe (se pronuncia quote o kúout, no importa lo que diga la edición en español), un héroe y aventurero de renombre que, luego de llegar a la cúspide de su vida a temprana edad, cae en decadencia.

Años han pasado desde su auge y ahora, Kvothe (escondido bajo el nombre de Kote), se ha retirado a regentar La Roca de Guía, una posada en medio de un pueblo al límite del mapa; lo único capaz de llamar la atención sobre él es su cabello, rojo como el fuego.

Del otrora valiente y poderoso mago no queda más que el recuerdo (quizá, ni siquiera eso), y cuando un escritor se presenta ante nuestro protagonista para conocer su verdadera historia, Kvothe acepta relatar la realidad que se esconde detrás del mito de su grandeza, adquirida, sí, gracias a su habilidad, pero también gracias a una combinación de azar, suerte y algunos malentendidos.

«Un mito muy especial que se crea a sí mismo. Las mejores mentiras sobre mí son las que yo mismo he contado.»

Kvothe en El Nombre del Viento.

La barroca narración de Rothfuss nos guiará desde los primeros años de Kvothe, viajando con una troupe itinerante, su familia, hasta su ingreso a la Universidad y sus esporádicas aventuras en Temerant y en el Reino Fata. Aunque, como en toda historia, nuestro héroe persigue un objetivo principal, este se diluye con el paso de las páginas, mientras Kvothe va reuniendo las piezas de un rompecabezas mucho mayor. Lo que quiero decir es que Rothfuss no nos lleva del Punto A al Punto B, sino que nos hace pasar por todo un abecedario de situaciones y, al día de hoy, ni siquiera sabemos si llegaremos al desenlace esperado. Llevamos diez años aguardando la culminación de esta trilogía.

El principal atractivo de El Nombre del Viento (y su secuela) es la enorme cantidad de sucesos por los que se nos va guiando: releer el libro es descubrir nuevos detalles y recordar viejos pasajes que podrías haber olvidado. Divididos en lo que podríamos considerar diversos arcos, los dos tomos nos llevan de la mano por situaciones tanto tristes como cómicas; dramáticas, melancólicas o violentas, que suceden a través de los años y años de la vida de Kvothe. En un capítulo, podemos estar luchando contra los bandidos de un bosque; en el siguiente, buscando la cura para la enfermedad de un rey moribundo. Saltar de un escenario a otro, siempre con tramas intrigantes, es una de las especialidades de la narrativa de Rothfuss: no importa si se trata solo de un día en una taberna con los amigos o la lucha contra una bestia feroz, nada te deja indiferente.

En estas novelas, leer entre líneas es una de las principales formas de ir revelando los secretos que parecieran no tener respuesta. Cada nombre, cada acción, cada diálogo plasmado por el escritor oculta un sentido mayor, y si eres de esos lectores a los que les encanta hacer teorías sobre las intrincadas incógnitas de los mundos en los que se sumerge, pasarás un increíble rato con El Nombre del Viento. Uno increíble y, también, frustrante.

Los personajes de esta historia son cautivadores: desde nuestro heróico y embustero Kvothe (que a veces también peca de ser demasiado maravilloso en todo lo que hace), hasta sus más leales amigos, su amor incondicional, sus profesores y toda la serie de nobles, mercaderes, estudiantes, músicos y aldeanos que vamos conociendo a lo largo de cada capítulo. Si bien La Crónica del Asesino de Reyes no cuenta con la impresionante cantidad de personajes que hay dentro de sagas como Canción de Hielo y Fuego, seguro encontrarás un puñado que te harán regresar de vez en cuando a las Cuatro Esquinas de la Civilización solo para pasar un buen rato con sus hazañas y desventuras.

Patrick Rothfuss es considerado uno de los más grandes exponentes de la literatura fantástica contemporánea (y solo ha publicado tres libros de fantasía, y otros más para niños). A un nivel personal, sí considero que este autor llegó para revolucionar el género transformando las situaciones típicas de las novelas de magia en casi un slice of life, tomando elementos de la novela juvenil y aplicándolos a la épica con una facilidad envidiable, imitando las desventuras y mentiras de las historias picarescas con un poco más de seriedad y rompiendo los arquetipos de los protagonistas que se levantan como un elegido destinado a salvar el mundo (como sucede en, por ejemplo, Eragon, Harry Potter o Percy Jackson y los dioses del Olimpo, donde las profecías están a la orden del día). 

Romper mitos es, justamente, uno de los elementos que caracteriza esta obra: para Rothfuss, los héroes arquetípicos como Frodo o los Hermanos Pevensie, clásicos y maravillosos a su manera, se transforman en criaturas mucho más humanas.

Como siento que párrafos y párrafos de halagos no son suficientes para explicar la belleza de esta novela, ¿por qué no dejamos que Kvothe se explique por sí mismo?

«Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.

»He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.

»Me llamo Kvothe. Quizá hayas oído hablar de mí.»

¿Qué estás esperando para visitar Temerant con El Nombre del Viento y El Temor de un Hombre Sabio?

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