Brokeback Mountain © Good Machine, 2005.

Al ver esta nota, mucha gente me dirá que llamaron los 2000s y quieren mi recomendación de película de temporada de Oscars de vuelta, pero en este, el mes del Orgullo LGBTQ+, no me pude resistir a hablar de esta maravillosa obra del séptimo arte.

Brokeback Mountain (conocida en latinoamérica como Secreto en la Montaña) es la historia de dos vaqueros, Ennis del Mar y Jack Twist, quienes desarrollan sentimientos el uno hacia el otro cuando son contratados para arrear un rebaño de ovejas a lo largo de la llamada Montaña Brokeback en el fresco verano del 63 en Wyoming. Pero, si creciste durante la primera década del milenio, como yo, es más conocida como la película con la infame escena de la tienda. Escandaloso rumor que, cuando finalmente me decidí a verla, me hizo prepararme para ver una película rozando los límites del porno. Sin embargo, para mi buena suerte, me encontré con una trama verdaderamente profunda, porque, a diferencia de muchas películas LGBT+ hechas para complacer al público más conservador, Brokeback Mountain no trata de endulzar temas como la homofobia interna de nuestros personajes y de la violencia de la intolerante gente a su alrededor; pero tampoco deja que esos aspectos negativos opaquen su misión de mostrar las complejidades de las relaciones humanas. 

Brokeback Mountain © Good Machine, 2017.

La dirección magistral de Ang Lee y el poderoso guión escrito por Diana Ossana y Larry McMurtry, en combinación con el talento de su elenco, principalmente sus dos protagonistas, logran con éxito su cometido. Presentando una narrativa que no se cimenta únicamente en sus diálogos, sino que aprovecha al máximo el lenguaje corporal de todos y cada uno de sus personajes, para demostrar el anhelo, la impotencia, la frustración y las ganas que tienen de ser bien amados incluso cuando sus palabras dicen lo contrario. 

No obstante, las actuaciones no son lo único que les hace obtener ese perfecto ambiente western de los 60s. Los paisajes frondosos y lagos azul intenso fotografiados por Rodrigo Prieto y la puesta en escena hecha por Diana Ossana y James Shamus te hacen sentir el olor a pinos combinado con la humedad en el ambiente, convirtiendo a la Montaña Brokeback en el santuario donde nuestros dos protagonistas se alejan de los problemas y prejuicios de su mundo, contrastando con sus insatisfactorias vidas fuera de este. 

Brokeback Mountain © Good Machine, 2005.

En conclusión, Brokeback Mountain, es más que la historia de amor entre dos vaqueros en una época homofóbica. Su contexto y enfoque sumamente humanos son el claro ejemplo de cómo las tramas LGBT+ deberían ser abordadas y, en definitiva, es la película perfecta para ver durante esta época de celebración y de reflexión.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *